Naib Buckel es un político salvadoreño que actualmente se desempeña como presidente de El Salvador desde junio de 2019. Buquele es el primer presidente de El Salvador que no pertenece a los partidos políticos tradicionales de derecha e izquierda, aunque antes de asumir la presidencia fue alcalde de la capital del país, San Salvador, y del FMLN, el Farabundo Martí Liberación Nacional. Nacional (FMLN), partido político salvadoreño que se formó como coalición en 1980. Fue fundado por Nuevo Cuscatlán como alcalde de la ciudad. Varios grupos guerrilleros y políticos de izquierda que querían la liberación del país de la dictadura militar y la lucha por la justicia social.
De centro izquierda estaba el partido Cambio Democrático, con el que esperaba llegar a la presidencia en 2019, pero fue disuelto por la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. Fue entonces cuando Buckel dio el salto al centro-derecha con GANA, la Gran Alianza por la Unidad Nacional con la que ganó las elecciones. En otras palabras, no sabemos si Buccele es de extrema izquierda, izquierda, centro izquierda, centro derecha, derecha o extrema derecha. Porque ahora se comporta como un líder de la derecha radical.
Es cierto que ha librado una fuerte y decidida lucha contra las pandillas en el país desde que asumió el poder. Ha impulsado una política de mano dura contra las pandillas e implementado medidas de seguridad encaminadas a reducir la violencia y la inseguridad en el país, y ha tenido éxito. Una de estas medidas fue la creación de las Fuerzas Armadas de El Salvador (FAES), unidad especializada en el combate a las pandillas. FAES ha realizado operativos de seguridad en todo el país, arrestando a miles de pandilleros e incautando armas y drogas. Buckel anunció medidas más duras, como trasladar a los líderes a prisiones de máxima seguridad y revocar los derechos de los pandilleros en prisión, como el acceso a teléfonos celulares y visitas familiares.
Entonces puede preguntarse por qué el título de este artículo. Y es que Buckel, además de tener un gran éxito en la detención de pandilleros, también ha otorgado poderes ilimitados al ejército y la policía. La policía y el ejército son instituciones que tienen por objeto proteger y garantizar la seguridad e integridad de la ciudadanía. Sin embargo, cuando estas instituciones tienen demasiado poder, pueden convertirse en un peligro para la sociedad y la democracia, ya que pueden usar el poder de manera desproporcionada y violenta, lo que lleva a torturas, asesinatos y desapariciones forzadas, lo que ya está sucediendo en Los Ángeles. El Salvador es paralelo a la campaña contra las pandillas. El uso excesivo de la fuerza por parte de la policía y el ejército crea una atmósfera de miedo e intimidación entre la población, lo que afecta la libertad de expresión y la capacidad de las personas para participar en la vida política del país.
La corrupción es otra consecuencia del exceso de poderes policiales y militares. Cuando estas instituciones tienen un poder ilimitado, pueden usarlo para beneficio personal, como el soborno, el tráfico de drogas y el control del mercado negro. Y las instituciones encargadas de garantizar la seguridad y la justicia en el país están enfrentadas.
Finalmente, este exceso de poder policial y militar conduce inevitablemente a la inestabilidad política y la fragilidad institucional. En efecto, Bukele ya ha socavado las instituciones democráticas que tanto costó construir tras una guerra civil que dejó 75.000 muertos, pues se consagró como un líder autoritario con millones de seguidores no solo en El Salvador, sino en toda América Latina y otros países. Parte del mundo. El culto al líder es un fenómeno que puede ocurrir en cualquier régimen político, pero se vuelve especialmente peligroso cuando se trata de un dictador -de derecha o de izquierda- que utiliza las mismas tácticas que el régimen autoritario que busca eliminar. Y aquí viene el polémico tema de los derechos humanos. Muy fácil de matar y descubrir más tarde. La consolidación del poder en manos de una sola persona es siempre perjudicial para la democracia y la libertad individual… ¿o no lo sabemos los venezolanos?
Además, no existe tal cosa como un “buen dictador” y un “mal dictador”. El autoritarismo populista siempre es malo. Muchos aquí en Venezuela votaron por Chávez pensando que sería un nuevo Pérez Jiménez. Su principal argumento fue que “Pérez Jiménez torturaba a los que conspiraban, pero el resto de la población vivía en paz”. ¡Y todavía hay quienes piensan y aplauden! ¡Por eso hay tantas violaciones de derechos humanos en el mundo!
El culto al líder es un fenómeno muy peligroso que debe evitarse en cualquier régimen político que pretenda ser democrático. Cuando se crea una figura intocable, quienes la critican pueden ser considerados enemigos o traidores al pueblo, lo que dificulta cualquier tipo de diálogo y puede desembocar en situaciones de violencia. En este sentido, la religión del líder es un obstáculo para construir una sociedad más justa y equitativa.
Debo admitir que Bukele también ha implementado programas socioeconómicos destinados a prevenir la violencia y la delincuencia juvenil, como la creación de programas de empleo juvenil y la construcción de centros deportivos y culturales en las zonas más afectadas por la violencia de las pandillas. Otro movimiento destacado de su gobierno es la implementación de un plan para mejorar la economía del país, que incluye recortes de impuestos a las empresas y promoción de la inversión extranjera. Sin embargo, estas medidas favorecen más a los grupos de poder del país que a la población. ¿Entonces?…
En general, la presidencia de Buquele ha generado polémica y ha sido objeto de críticas y elogios de diversos sectores de la sociedad salvadoreña y latinoamericana. Mientras muchos lo apoyan por sus políticas económicas y de seguridad, otros lo critican por su estilo autoritario y su falta de respeto por las instituciones democráticas. Me cuento en segundos. Una injusticia no puede, o no debe, erradicarse cometiendo otra injusticia. El tema de los derechos humanos no es fácil. Es fácil aplaudir desde lejos, cuando no estás de luto por una injusticia. La historia ha demostrado que quienes adoptan tácticas autoritarias son una amenaza para la democracia, la libertad y la justicia. La gloria de estos líderes puede conducir a la destrucción de una sociedad, ya que estos líderes a menudo son impulsados por su propio ego y deseo de poder. Y esta cabua, por lo menos los venezolanos, tenemos rollo…
@cjaimesb