La crisis, las restricciones de la epidemia y el deseo de darle a sus hijos herramientas saludables para divertirse, llevaron a este artesano juliano a recrear en madera los personajes de un videojuego, emprendimiento que hoy es el motor de su sustento y de su vida.
maracaibo La preocupación por mantener a sus hijos alejados de las pantallas llevó a Edwin Núñez, mecánico industrial de 51 años, a aprovechar los restos de sus trabajos de carpintería. juguete, como un auto
“Me decepcionó que los chicos no tuvieran imaginación”, dice.
Recuerda que todo empezó una Navidad cuando sus hijos Edwin y Samuel le pidieron madera sobrante del trabajo y Comenzaron a dibujar los palos en forma de hombrecitos..
“Me dieron ideas y las dibujé mejor, porque siempre me han gustado las artes plásticas, es algo de familia”.
Después del tiempo y con entrada La crisis en Venezuela, Edwin tuvo que dejar la carpintería porque ya no podía encontrar trabajo. Inició trabajando en un área del sistema hospitalario, pero con poco tiempo libre fabricaba juguetes para sus hijos.
Un día mi cuñado, que trabajaba en una piñatería, me pidió que le hiciera unos mini superhéroes a modo de colección para ofrecerlos como centros de tartas, y así lo hice. Al mismo tiempo me pidió que los separara porque los niños que venían a la tienda querían llevárselos. jugar en casa Y comencé a hacerlos”, dice.
todo se detuvo
Cuando comenzó la pandemia, los centros comerciales cerraron, por lo que las ventas se detuvieron.
“fui a la calle, me paraba en el centro de la ciudad, entre los pocos vendedores ambulantes que todavía trabajaban durante la epidemia, y allí vendía mis juguetes. Tenía que buscar el sustento para mi familia”, recuerda el padre de familia, que estaba atrapado en su taller.
Raquel Pulgar, su esposa durante 52 años, lo interrumpió. “Cuando vi cómo caminaban hacia el centro con esa carretilla cargada, se me saltaron las lágrimas; Pero valió la pena porque por la tarde daba comida. Con el tiempo, la policía se lo empezó a llevar porque no tenía un lugar permanente, entonces se fue caminando hasta el parque Vereda del Lago”, relata.
Edwin fue un hombre de negocios durante toda la epidemia. Una vez que se levantaron las restricciones del COVID-19, decidieron pedir permiso formalmente a la dirección del parque para vender sus creaciones.
Un arte que inspira
“Mi inspiración y Mi motor son mis hijos.. Me empujaron porque me presionaban mucho para crear personajes para Minecraft, el videojuego. Después de estudiarlos y adaptarlos, iniciamos la producción y la idea fue acertada porque hoy son los más vendidos. Es algo que no sólo gusta a los niños, sino también a los adultos”, afirma Edwin.
Producido semanalmente 100 figuras, un proceso en el que se reúne toda la familia y que Edwin alterna con su agenda en el hospital. Aunque lamenta que el apagón afecte su ritmo de trabajo, asegura que siempre cumple con sus objetivos porque es un deber para él llevar sus creaciones a Vereda del Lago cada fin de semana.
Mi misión es alejar a los niños de las pantallas, potenciando su creatividad a través del juego saludable. Los niños en el parque me dicen que soy un genio porque ahora pueden tocar, jugar y explorar a sus personajes favoritos y eso me enorgullece y me motiva a seguir adelante”.
la familia sigue
Ahora Edwin y Samuel son adolescentes que, junto a su madre, hermana y cuñada, ayudan a su padre a pulir, pintar y promocionar los cuadros.
Además, es responsabilidad del joven informar a su padre. Nuevas estadísticas sobre videojuegos. “Son la parte creativa del negocio”, dijo Craftsman.
Raquel destacó que si bien al principio no apostaba por la idea, ahora ve mucho potencial.
Incluso se ríe y comenta que gracias a esto su pulso ha mejorado dibujando figuras correctamente, Se hicieron cercanos como familia. Incluso aprendió los nombres de todos los personajes del videojuego. Para él, más que un negocio, es una bendición de la que se siente orgulloso.
Antes de embarcarse en su viaje de fabricación, Edwin dijo que su sueño era dejar un legado a cada niño.
“Quiero ser una inspiración para los demás, creer en lo que pueden hacer, siempre hay una salida a una crisis”.
Así, mientras tanto, la familia Núñez logró llegar a fin de mes. La crisis general que enfrenta Venezuela. Por ahora esperan continuar con su iniciativa y llegar a más niños, jóvenes y adultos.
“Sueño que mi familia se mantenga unida y deje una buena semilla en mis hijos y en mi comunidad”, concluyó Núñez.
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