La falta de recursos, el deterioro de las instalaciones y la inseguridad amenazan el futuro de más de 4.800 estudiantes de la ULA Táchira.
San Cristóbal. En el corazón de la capital del estado Táchira se levanta la Universidad de Los Andes (ULA), institución que ha sido alma máter de miles de profesionales venezolanos durante décadas.
Sin embargo, la universidad está sumida en una profunda crisis que amenaza su propia existencia y el futuro de más de 4.800 estudiantes que todavía creen que sus aulas son el camino hacia un futuro mejor.
Estuvo presente el Vicerrector interino Omar Pérez Díaz Venezuela En Directo Y en sus palabras, con una mezcla de preocupación y resignación, reveló que la modernización de los espacios de la ULA ha quedado en el olvido, ya que el presupuesto actual es insuficiente para mejorar algunas partes de los edificios de más de 35 años.
No pudimos obtener ayuda de las agencias responsables del mantenimiento de los edificios. Sin embargo, ante algunas autoridades, incluida la alcaldía de San Cristóbal, presentamos algunos proyectos“dicho.
A pesar de enfrentar esta realidad, las autoridades universitarias no se quedaron al margen. Presentaron proyectos a diversas organizaciones, incluidos embajadores que visitaron la región. Pero hasta ahora la respuesta ha sido mínima.
Actualmente, las autoridades universitarias están a la espera de la ayuda de algunas de ellas para restaurar al menos las zonas más degradadas.
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Una visita a cuatro edificios del campus universitario muestra la gravedad del problema. En el Edificio A, donde funcionan las oficinas administrativas, los pasillos están oscuros por falta de iluminación.
Los edificios B y C, que albergan aulas, laboratorios y salas de informática, presentan un aspecto desierto: baños disfuncionales, ventanas rotas y una atmósfera general de abandono.
Pero probablemente sea la elaboración de la D la que mejor simboliza la caída de esta institución. Completamente cerrado, el espacio, que anteriormente albergaba a estudiantes de administración de empresas y de posgrado, ha sido objeto de constantes robos y vandalismo.
El centro cuenta con una cafetería donde los jóvenes pueden comprar alimentos. Sin embargo, carecen de servicios básicos para estudios como centros de fotocopias. La carencia contrasta con el panorama de hace 10 años, cuando tenían dos lugares donde los universitarios podían sacar copias de guías o comprar todo tipo de materiales académicos.
La inseguridad se ha convertido en un problema endémico para la ULA Táchira. Su espacio verde es limitado. El Jardín Botánico, que alguna vez fue un lugar de estudio y recreación, actualmente tiene acceso restringido debido a robos y ataques a estudiantes.
En un incidente, un estudiante resultó herido con un cuchillo cuando una persona no identificada agarró su mochila que llevaba su computadora portátil.
Las autoridades se ven obligadas a tomar medidas. Para esto duplicaron la seguridad, porque había que cruzar esa zona para llegar al comedor. Cuando el servicio de comida se detuvo en 2019, todo quedó destruido.
Redadas criminales
En medio de la epidemia, el Edificio D fue demolido debido a repetidos robos ocurridos temprano en la mañana. Llevaban de todo, desde dispositivos electrónicos, muebles, hidroneumáticos hasta motores de ascensores.
También cargaron a lo largo de las líneas eléctricas, dejando toda la estructura sin energía. El 3 de febrero del año pasado se produjo un incendio en manos de personas sin escrúpulos. Como resultado del incidente, trabajos de grado, archivos de estudiantes y algunos muebles quedaron destruidos.
Los edificios A y B no son inmunes a la inseguridad. En ambos lugares se robaron equipos informáticos y haces de vídeo utilizados por los profesores. El momento más crítico fue en 2022.
En ese contexto, dijo el vicerrector, hace 10 años existían en la institución 115 celadores, quienes trabajaban para cinco celadores. A día de hoy, el personal de seguridad está formado por 15 personas. El 86,96% del personal de seguridad se retiró de la universidad por bajos salarios o fue despedido por deserción.
“Gracias al apoyo de la Policía del Estado Táchira, que en los últimos meses ha realizado patrullajes policiales, los robos y hurtos han disminuido, ya que no existe un centro de atención de emergencias en el sector Santa Cecilia, donde se ubica la ULA”, afirmó el Vicerrector.
El colegio cuenta con una cancha de baloncesto y un campo de béisbol, que son utilizados tanto por los alumnos como por algunos deportistas residentes de los alrededores que allí entrenan. En cuanto a los baños, los de la planta baja y segundo piso del edificio B son no funcionales, por lo que solo funcionan los de cada piso del edificio A.
No hay condiciones de enseñanza.
El impacto de la crisis universitaria en la calidad de la educación es innegable. Macler García, coordinador del Observatorio de Educación de Funder, es tajante en su crítica de que las condiciones de la ULA no son las óptimas para un proceso óptimo de enseñanza y aprendizaje.
“Los estudiantes que sueñan con formarse y que son los próximos profesionales del país pierden la esperanza de vivir en lugares donde se den las condiciones ideales que el Estado venezolano debe garantizar, por eso hoy exigimos que se garanticen estos derechos que otorga la Constitución” García. énfasis
Añadió que la institución sintió una deliberada falta de atención por parte del Estado venezolano. Ante esto, instó a las agencias gubernamentales a atender sus necesidades de inmediato.
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