MADRID (AP) – Tres días después de que históricas inundaciones devastaran varias ciudades al sur de Valencia, en el este de España, la conmoción inicial dio paso el viernes a oleadas de ira, frustración y solidaridad.
Muchas carreteras seguían bloqueadas por vehículos y escombros amontonados, en algunos casos atrapando a los residentes en sus casas. Algunos lugares seguían sin electricidad, agua corriente ni conexión telefónica estable.
Los residentes pidieron ayuda a los medios de comunicación.
“Es un desastre. Hay muchas personas mayores que no tienen medicación. Hay niños que no tienen papilla. No tenemos leche ni agua. No tenemos acceso a nada”, dijo a la televisión estatal TVE un residente de Alfafar, la localidad más afectada al sur de Valencia. “Nadie vino aquí a decírnoslo el primer día”.
Hasta el momento, se han recuperado 158 cadáveres (155 en Valencia, dos en la región de Castilla La Mancha y otro en Andalucía) tras el desastre natural más mortífero que se recuerda en España. Las fuerzas de seguridad y los soldados buscaban a un número indeterminado de personas desaparecidas, muchas de las cuales temían que siguieran atrapadas en vehículos destrozados o garajes inundados.