Cien miembros de la Fuerza Nacional, un cuerpo de élite de la policía brasileña, se unirán a la fuerza de 500 efectivos que ha estado buscando a dos prisioneros que escaparon de una prisión de “máxima seguridad” desde la semana pasada, dijo el lunes el gobierno.
El ministro de Justicia, Ricardo Lewandowski, autorizó el envío de equipos al municipio de Mossoro, en el estado de Rio Grande do Norte (noreste), desde donde se lanzó hace seis días una operación masiva para recuperar a los prófugos.
En la búsqueda ya participan unos 500 uniformados de la policía federal, policía de carreteras y fuerzas de seguridad locales, a los que ahora se sumarán 100 miembros de la fuerza nacional y una veintena de patrullas.
Hubo un pedido de aumento de efectivo por parte del director general de la Policía Federal, Andrej Rodríguez, con el visto bueno de la gobernadora de Rio Grande do Norte, Fátima Bejera.
Los dos fugitivos escaparon el pasado miércoles de la prisión de máxima seguridad de Mossoro, uno de los cinco tipos de prisiones que hay en Brasil y donde los reclusos son considerados “extremadamente peligrosos”, en su mayoría miembros de bandas criminales.
Esta fue la primera fuga de este tipo en una prisión del país.
En este caso, los dos prófugos pertenecían al Comando Rojo, una poderosa banda criminal dedicada al tráfico de drogas y armas que se originó en Río de Janeiro, pero se ha extendido por Brasil y tiene filiales en otros países sudamericanos.
El Ministerio de Justicia afirmó en una nota que “no hay plazo” para completar la búsqueda, una tarea que calificó de “complicada” al realizarse en una zona repleta de zonas “selváticas, rurales y de cuevas”.
“La prioridad es encontrar a los fugitivos lo más rápido posible”, afirmó la cartera que dirige Lewandowski, ex juez del Tribunal Supremo que visitó Mosoro el domingo para conocer in situ la operación.
Paralelamente, el gobierno ha endurecido las condiciones para los presos en cárceles de “máxima seguridad”, mientras se están llevando a cabo dos investigaciones sobre la fuga, una administrativa y otra penal, para esclarecer responsabilidades y si algún funcionario ayudó. Para escapar de los prisioneros.
Brasil, según datos oficiales, tenía a finales del año pasado 832.300 presos, en un sistema penitenciario con graves problemas de hacinamiento y que tiene una capacidad de sólo 600.000 reclusos, de los cuales unos 1.500 en prisiones federales.
Este mismo lunes, otra cárcel del estado nororiental brasileño de Piauí registró la fuga de 17 reclusos.